La investigación de Alan Jamieson, L.S.R. Brooks, et. al, publicada en la Royal Society Open Science muestreó especímenes de anfípodos —animales marinos con apariencia similar a la de un camarón— en 6 trincheras marinas estudiadas cerca de Guam en las cuáles el 72% de los seres tenían fibras plásticas en los intestinos, que, si se comparara en proporción y escala al cuerpo humano, equivaldría a que cualquier de nosotros tuviera tiras de plástico de 1 m de largo dentro de nosotros mismos.
Sobra decir que el plástico no puede ser digerido por ningún animal y por lo tanto mueren por daño fisiológico o por inanición, ya que los animales, al tener plástico en sus intestinos, no sienten hambre y dejan de comer. Además, el plástico puede fungir de imán para químicos tóxicos tales como los bifinelos policlorados (PCB) que perturban directamente la salud de los animales.
La cosa no termina ahí, ya que los anfípodos y otras especies en las profundidades, no pueden ver debido a la ausencia de luz, son excelentes carroñeros, ya que el alimento es escaso a esa profundidad. Debido a esta escasez, cualquier alimento es de valiosa aportación. Sin embargo, no se contaba con que las partículas plásticas descendieran… ahora, las especies hadales y abisales (de las zonas más profundas del océano) también se encuentran en peligro debido a nuestra ignorancia y negligencia.
Como seres de naturaleza terrestre hemos olvidado que nuestros orígenes están en los territorios acuáticos de todos los mares. Hemos perdido de vista, al no poder vivir la experiencia directamente, que todos pertenecemos a la misma roca. Una roca que se mueve en la vía láctea portándonos a todos nosotros junto con todas nuestras historias, problemas, culturas y emociones.
Necesitamos atender este momento específico, uno de carácter histórico que definirá la vida de todas las generaciones que siguen delante de nosotras, de todas las especies, de todos los seres vivientes.
¡Necesitamos actuar ya!, ¡despertemos ya!
Si no… todo lo que vives cada día será en vano: tu trabajo, tu familia, tus ideas, tus pensamientos, tus creencias, tus hábitos, tus expectativas, deseos y anhelos. TODO es en vano si primero no dedicas tu fuerza a limpiar el lío que tú también estás haciendo todos los días.
Si la apatía es más fuerte que la compasión por nosotros mismos, estamos “destinados” a merecer lo que viene. Causa y efecto.
Artículos de referencia y créditos:
https://royalsocietypublishing.org/doi/10.1098/rsos.180667?fbclid=IwAR331WLSv3BQTH9f8ANmKapq8iz-MbWb-qlAArGyd1ffnBd_P9R3RpomaUM&
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